No nací sabiendo cómo vivir con lo que sentía. Al principio fue confuso, incluso doloroso. Intuía cosas que no entendía, sentía emociones que no eran mías y soñaba con situaciones que terminaban cumpliéndose. Durante años intenté silenciarlo, encajar, ignorar lo que me diferenciaba.
Pero cuando acepté mis dones, todo cambió. Comprendí que no era una carga, sino una forma de ver más allá. Aprendí a canalizar lo que recibo, a traducirlo con claridad, y sobre todo, a usarlo para ayudar.
El tarot no es un espectáculo para mí. Es una herramienta sagrada que me permite confirmar lo que ya percibo. Con cada consulta, me conecto con tu energía, tus emociones y aquello que muchas veces no puedes poner en palabras.
Mi trabajo no es decirte lo que quieres oír, sino lo que necesitas saber para sanar, soltar o decidir.
Hoy, después de acompañar a tantas almas en sus momentos de duda, sé que una consulta verdadera puede cambiar una vida. No porque dé respuestas mágicas, sino porque te devuelve la claridad que ya existe dentro de ti.

Si llegaste hasta aquí, no es por casualidad. Confía en tu intuición. Confía en ti. Y si lo sientes, deja que te acompañe.